Alfareros de Cuzcudén, Cajamarca, en Puente Piedra, Lima: crónica de un viaje para producir
Escribe Gabriel Ramón, Departamento de Humanidades, PUCP
Hace casi medio siglo, Ravines (1978: 406) observó: “Queda por esclarecer, en última instancia, un aspecto trascendente en la interpretación arqueológica: los alfareros migrantes”. La incorporación de los alfareros que viajan para producir en la explicación del pasado andino es un reto pendiente (Ramón 2013). Si bien hay registros etnográficos sobre estos alfareros en sus pueblos base, es decir, donde residen la mayor parte del año (Ramón 2020), es muy raro tener información de sus actividades de producción en sus pueblos destino, es decir, de los lugares donde viajan a producir. Algunas de las excepciones son el reporte de Brüning (1898) sobre alfareros de Simbilá (Piura) produciendo en Olmos (Lambayeque) y el de Sillar (2000: 28-9, 91-3, 98, 174-7) sobre alfareros de Pumpuri y Tica Tica (Potosí, Bolivia) produciendo en Lyncha (en la misma región).
El taller organizado en Puente Piedra (extremo norte de la gran Lima) expande esa experiencia previa: ha permitido el registro detallado de las actividades productivas de dos alfareros itinerantes de Cuzcudén, San Pablo, Cajamarca. Del 10 al 17 de febrero 2025, Anthony y Víctor Toledo, produjeron cerca de 90 vasijas en Puente Piedra, en un taller situado en la ribera derecha del río Chillón, 796 kilómetros al suroeste de su pueblo base.
Gracias a la confianza ganada luego de más de diez años de trabajo en Cuzcudén y a la generosa colaboración del profesor Giner Aranda y su familia pudimos concretar este proyecto: Cony y Edith Aranda se encargaron de proveer comida y bebida para los alfareros y los participantes. Fue también fundamental el financiamiento del Instituto Francés de Estudios Andinos y del Endangered Material Knowledge Programme, que auspicia nuestro proyecto Saberes alfareros andinos: producción cerámica, circulación y uso en el sur de Ecuador y norte de Perú, dirigido por G. Ramón, Catherine Lara y Martha Bell. Como parte de las actividades del taller, el jueves 13, gracias al Instituto de Investigaciones Museológicas y Artísticas, dirigido por María Eugenia Yllia, se proyectó el documental “Haciendo vasijas en Cuzcudén” en el centro cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma, que contó con los comentarios de Anthony y Víctor.
Las actividades alfareras en Puente Piedra comenzaron el domingo 9 de febrero con la llegada de Anthony y Víctor con sus materias primas (tres sacos, 1 de mito y 2 de tierra) y sus herramientas (mazos de madera, rayitas [paletas] de madera, piedras o chungos, franelas, espátula, cuchillo y cuero de vaca)


Además, se deben incluir un par de telas gruesas, sacos de plástico y algunos trapos. Los alfareros viajaron sin el combustible para quemar sus vasijas, para evitar tanto peso: las corontas (o tusas como les llaman en Cuzcudén) fueron conseguidas por el cuñado de Giner, Julián Portella, en Huaral. Las dos semanas anteriores, los Toledo habían estado alojados en casa de su familia en Végueta, Huaura, para trabajar en complejos agro-industriales. Asimismo, aprovecharon para producir algunas vasijas en Végueta. Víctor ha estado saliendo a producir cerámica a otros pueblos desde hace más de 25 años, particularmente en el valle de Jequetepeque, La Libertad, pero nunca había producido en la ciudad de Lima.
La noche del domingo Víctor dejó el mito remojando en una batea. El lunes comenzó la manufactura, Víctor como alfarero principal y Anthony como asistente.
Los alfareros que viajan para producir suelen empezar a trabajar muy temprano (entre 4 y 5 a.m.), pero como se trataba de una actividad con público decidimos comenzar a las 7 a.m., hora en que empezaba a llegar el público. Normalmente, en Puente Piedra se trabajó de 7 a.m. a 4 p.m., con intermedios para desayunar y almorzar. En Cuzcudén los alfareros acostumbran trabajar en grandes series, por ejemplo, producen 20 ollas simultáneamente, de modo que cada paso (desde la mezcla del material hasta el golleteado, o elaboración del cuello) demora bastante. En Puente Piedra, Víctor trabajó en grupos pequeños: el primer día hizo cinco paicas o tinajas y los asistentes pudieron apreciar buena parte de los pasos de la cadena operativa un mismo día.
Primero se mezclan los materiales (el mito remojado y la tierra seca) y se arman bloques cuadrangulares, cuadritos. Luego se pisan y se hacen bolitas. Enseguida, mediante el aplastado manual se hacen las tablitas. El primer día Víctor hizo cinco tablitas que resultaron en cinco botijas. Luego, empieza la asentada, seguida por la alzada o levantada y finalmente la golleteada (ver el proceso completo para Cuzcudén en Ramón 2020). Lo necesario ahora es hacer algunos comentarios sobre las peculiaridades de producir en un pueblo destino y algunos temas surgidos de la interacción con el entusiasta público, cuya participación fue fundamental para el éxito del taller.

En general, el proceso de producción es semejante al realizado en Cuzcudén. La vasta experiencia del alfarero le permite adaptarse a las nuevas condiciones. En Puente Piedra se trabajó en una sala techada pero bastante iluminada, a diferencia del trabajo en Cuzcudén que suele ser en recintos oscuros. El piso de la sala (que normalmente es un taller de carpintería) es de cemento, y como siempre Víctor trabajó con su cuero de vaca como base de todo el proceso. Respecto al lugar y al clima, en la interpretación arqueológica a veces se insiste que una zona o localidad tiene (o no tiene) las condiciones idóneas para la producción alfarera. Como demuestra el movimiento de los alfareros golondrinos, y nuestro taller, en realidad en ciertas estaciones toda zona o localidad es potencialmente útil para producir alfarería. Sin embargo, el clima también influye: es complicado producir en estación lluviosa o fría, pero incluso en el ardiente verano puentepiedrino hay días menos soleados. Ello sucedió el nublado martes 11 provocando que Víctor no pudiera pasar de una fase (asentada) a otra (levantada) debido a que las vasijas no secaban. Se recurrió entonces a una solución poco usada: calentar las vasijas en una pequeña fogata.
Nuestro taller permitió cuestionar algunos conceptos, como el de “arcilla” y “temperante”. Los alfareros cuzcudenses aluden a mito y tierra. El mito sería el más “ligoso”, es decir probablemente el más arcilloso.
Sin embargo, uno de los asistentes pregunto ¿Cuál es la arcilla? ¿Cuál es el temperante?, lo que llevó a una buena discusión. Como indicaba la antropóloga Lupe Camino en sus clases, la idea de temperante como un elemento aislado, separado de la arcilla, suele ser una ficción de manual, de quienes no han visto alfareros rurales trabajando. Esto se confirmó en Puente Piedra ya que sería difícil definir al mito solo como arcilla y a la tierra solo como temperante. Si bien se necesitan estudios de caracterización de materiales para definir exactamente ambos componentes es bueno que los arqueólogos y sus adláteres piensen en la distancia que puede existir entre las definiciones de manual y las definiciones prácticas, como las de los alfareros de Cuzcudén. Y que consideren esa distancia en sus análisis.
Otro aspecto llamativo fueron las diversas combinaciones de mito y tierra que usaban Anthony y Víctor para una misma vasija. Para el cuerpo en general se empleaba una combinación (igual cantidad de mito y tierra) y otra para el gollete (más mito que tierra y bastante agua). Si en el futuro los fragmentos de esta vasija son estudiados por arqueólogos se podría encontrar diferencias ¿Cómo afectaría esto la interpretación?

Entre todas las formas, aquella que provocó mayor interés fue el chilalo (callana, canchero, ka’nalla, sapito, tostador, etc.).
Es una forma no producida (ni utilizada) en Cuzcudén, pero que Víctor aprendió a hacer con su primo, Alfonso Toledo, en Trujillo. Si bien todas las otras vasijas son hechas por Víctor a un ritmo casi “automático” en el sentido que se trata de rutinas completamente dominadas por él, en el caso del chilalo, durante la levantada cuando debe crear la concavidad superior el proceso se hace notablemente lento. Esta vasija, resultado de la demanda de los consumidores de los pueblos destino, concitó tanto interés que fue la primera en agotarse luego de la quema en Puente Piedra.
La quema es el momento más riesgoso de la producción. Afortunadamente el lunes 17 había buen sol, aunque demasiado viento. Luego de armar el lugar de quema (una capa gruesa de corontas en el piso, va seguida por las vasijas que son cubiertas por paja y un poco de leña) se inició el fuego a las 3 p.m.
El fuego avanzó rápidamente, pero surgió un inconveniente: al quemarse rápidamente las corontas, algunas vasijas se cayeron, dejando espacio libre por donde entró el aire provocando que algunas vasijas se “negrearan”.
En su mayoría las vasijas se quemaron bien, obteniendo color marrón claro/naranja. Para resolver el problema se hizo una nueva quema de las vasijas “negreadas” sobre leña y cubiertas con más paja. Como resultado de la segunda quema las vasijas obtuvieron el color deseado. Esto impactó a varios de los asistentes acostumbrados a la típica división de manual sobre quema, que no contempla la retro-quema.
Como parte de las actividades post quema, gracias a la invitación del arqueólogo Luis Condori, los alfareros visitaron el Museo Larco (martes 18), donde dialogamos sobre alfarería.

Esa misma tarde fuimos a buscar chungos a la Costa Verde, con éxito.
El miércoles Anthony y Víctor volvieron a Végueta, para culminar con las vasijas que habían comenzado a hacer y posteriormente enrumbar a Cuzcudén. Si todo va bien, el próximo viaje para producir de Víctor será a mediados de mayo, al pueblo de Pay Pay para proveerse de arroz.
Referencias citadas
Brüning, H. 1898. Moderne Töpferei der Indianer Perus. Globus 74: 259-60.
Ramón, G. 2013. Los alfareros golondrinos. Productores itinerantes en los Andes. Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos/Sequilao.
Ramón, G. 2020. Producción alfarera itinerante en los Andes: evidencia etnográfica, modelos interpretativos y narración arqueológica precolonial. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 49(1): 129-52.
Ravines, R. 1978. [Prefacio a la sección] Alfarería. In: Ravines, R. (ed.), Tecnología Andina, pp. 401-6. Lima: IEP/ITINTEC.
Sillar, B. 2000. Making Pots and Constructing Households: An Ethnoarchaeological Study of Pottery Production, Trade and Use in the Andes. Oxford: BAR.
OpenEdition vous propose de citer ce billet de la manière suivante :
comunicación ifea (25 février 2025). Alfareros de Cuzcudén, Cajamarca, en Puente Piedra, Lima: crónica de un viaje para producir. IFEA. Consulté le 24 mai 2025 à l’adresse https://doi.org/10.58079/13d2e
Todos salimos desde nuestros hogares con muchas expectativas para este taller de cerámica en mi caso la ruta era de 2 horas y llegamos al primer día era 8 a.m y el alfarero Víctor estaba desde las 6 am y vimos las mezclas y producción de sus vasijas el traía parte de su material desde Cuzcuden solo trabajo con sus manos ayudado de sus herramientas hechas por el de madera de eucalipto y otras y el clima ayudó mucho a excepción de un día que no paro de llover el continuo en la elaboración de piezas diferentes el Jueves 13 un documental de donde saca material de la mina de su comunidad y el día Lunes 17 concluimos con la quema de sus 90 artefactos ha sido una experiencia muy didáctica participación de todos y una experiencia vivencial única .Agradezco la invitación a todos los que hicieron posible este taller de ceramica